Exposoma que es y cómo afecta la piel

La piel es el órgano de mayor extensión del cuerpo humano, cubre toda su superficie y cumple la función principal de separar y proteger la parte interna del cuerpo del ambiente externo. Las variaciones que experimenta la piel con el paso del tiempo están mucho más vinculadas con la interacción con el medio ambiente, sus efectos acumulativos y sinérgicos, que con la predisposición genética. Por lo tanto, en humanos, se puede decir que el envejecimiento de la piel está relacionado con el estilo de vida personal.

Al enfrentarse a esta batalla contra el tiempo, las personas necesitan armarse contra dos procesos independientes que precipitan el envejecimiento de la piel: cronológico o intrínseco, y ambiental o extrínseco

El concepto de exposoma implica un cambio de perspectiva en la investigación de cómo los riesgos ambientales afectan a la salud humana.

En lugar de mirar las consecuencias que cada exposición podría tener en nuestro organismo, se plantea el estudio de todas las exposiciones a las que una persona está sujeta desde la concepción hasta la muerte. El exposoma tiene en cuenta todos los elementos a los que estamos expuestos a través de nuestra dieta, estilo de vida y el entorno en el que vivimos y trabajamos, así como factores biológicos internos como el metabolismo, la microflora intestinal, la inflamación y el estrés oxidativo.

Recientemente, se ha identificado y se está estudiando el exposoma de la piel en lo que se refiere al envejecimiento de esta, y se han definido 7 factores de exposoma externos y modificables que afectan al envejecimiento de la piel: radiación solar, contaminación, tabaco, temperatura, nutrición, estrés, falta de sueño y uso de cosmético.

En relación con la radiación solar, diferentes estudios han demostrado que tanto la luz visible como la radiación ultravioleta impactan sobre la piel. Ambas inducen la degradación de la matriz dérmica, modifican la composición lipídica de la capa más externa de la epidermis y modulan la pigmentación de la piel. Algunas investigaciones evidencian que las personas que no utilizan fotoprotección solar diaria envejecen un 24% más que aquellas que sí lo utilizan.

También existe una relación demostrada entre la contaminación ambiental y el envejecimiento de la piel. A más exposición a partículas pequeñas, niveles de dióxido de nitrógeno y niveles altos de ozono, mayor número de manchas en la piel y formación de arrugas.

En el desarrollo de arrugas, también impacta el tabaquismo, al igual que en el brillo de la piel y su tonalidad. El tabaco deteriora la formación de fibroblastos y da lugar a su senescencia. Algunos estudios señalan que el tabaco induce el daño por estrés oxidativo e inhibe la defensa antioxidante del cuerpo, lo que puede estar involucrado en el proceso de envejecimiento. No obstante, no se sabe qué dosis inducen esos cambios y cuánto se debe a una exposición directa de la piel o a una exposición sistémica tras la inhalación.

Parece que la mayor evidencia científica se encuentra en cómo la alimentación afecta a la piel. Una dieta rica en antioxidantes para retrasar el efecto de la vejez al igual que evitar una ingesta excesiva de alcohol. Se ha comprobado que una ingesta rica de verduras, aceite de oliva y legumbres parece proteger contra el daño actínico cutáneo, en cambio, una dieta rica en carne, productos lácteos y mantequilla parece ser perjudicial. También se ha visto que consumir mucho azúcar está asociado con presentar más arrugas. Un estudio realizado en mujeres japonesas comprobó que la nutrición, en general, puede ser responsable de hasta el 30% de las arrugas.

El estrés y la falta de sueño son dos factores que están en estudio. El primero afecta a la integridad de la piel, pero no hay evidencia directa que muestre que el estrés exacerba el envejecimiento, por lo que esta relación no está todavía claramente demostrada. Sí se sabe que el estrés crónico puede dar lugar a una disfunción del sistema inmune, estrés oxidativo y daño del ADN, factores vinculados con el envejecimiento de la piel, aunque todavía no se han definido el mecanismo que subyace a ese vínculo.

Algunos datos apoyan que el estrés induce un declive en la permeabilidad epidérmica y un deterioro de la función barrera y de su recuperación. En cuanto al sueño, algunos estudios muestran que dormir menos de cinco horas por noche se vincula con más signos de envejecimiento y una reducción de la función barrera de la epidermis.

Otros factores pueden influir de forma positiva como es el uso de ciertos cosméticos que pueden servir de barrera frente algunas agresiones externas. Y aunque sí se sabe que la exposición al calor de forma aguda estimula la formación de nuevos vasos, potencia las células inflamatorias y causa daño oxidativo en el ADN, no hay evidencia en la literatura médica del efecto de la temperatura fría sobre el envejecimiento de la piel.

El envejecimiento se debe a factores extrínsecos e intrínsecos. Hasta la fecha, el énfasis se ha dirigido hacia los efectos nocivos de la radiación solar en la piel. Sin embargo, no solamente la radiación causa daños.

La calidad del aire que se respira es una preocupación mundial y, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, nueve de cada diez personas respiran aire contaminado. Los factores ambientales asociados con el estilo de vida y las comorbilidades sistémicas merecen una mayor atención por parte de los dermatólogos al controlar el envejecimiento de la piel en los pacientes. La comprensión de estos factores relacionados con la esperanza de vida y la prevención de sus repercusiones en la piel son las nuevas misiones de los dermatólogos y de los médicos estéticos.